9 agosto, 2025
Lo Nuevo México y el Mundo

Sánchez se desmarca de la OTAN y enfrenta a Trump: gasto militar, presiones y escenificación política

Imagen – snowing,freepik

 

La Haya, Países Bajos. La cumbre de la OTAN celebrada esta semana en los Países Bajos cerró con un mensaje de unidad formal, pero también con una fractura simbólica: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, fue el único líder que rechazó comprometerse al nuevo objetivo de gasto militar del 5% del PIB, exigido por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

Aunque firmó la declaración final, Sánchez anunció que España solo destinará el 2,1% de su Producto Interno Bruto a Defensa, una decisión que desató la molestia de Trump, quien respondió con amenazas de represalias comerciales. La imagen de Sánchez, apartado en un extremo de la tradicional “foto de familia” de los líderes de la Alianza Atlántica, terminó por ilustrar el aislamiento voluntario del mandatario español frente al resto de jefes de Estado.

Las razones del desacuerdo

Según explicó Sánchez en rueda de prensa, el gasto del 2,1% representa el límite razonable para España, compatible con su modelo social y las recomendaciones técnicas del Ministerio de Defensa. Aumentar más allá implicaría comprometer recursos destinados a áreas como salud, pensiones o educación, y forzar una subida de impuestos políticamente insostenible para su coalición.

Actualmente, España destina el 1,28% de su PIB a Defensa; el compromiso de elevarlo al 2,1% ya implica un incremento de aproximadamente 10,000 millones de euros adicionales.

Sánchez también recordó que su decisión está respaldada por la flexibilidad incluida en el acuerdo firmado y en la correspondencia que sostuvo con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, días antes de la cumbre. “España siempre es la solución, nunca el problema”, declaró el mandatario.

Trump, por su parte, respondió: “Vamos a hacer que paguen el doble. Y lo digo en serio. Negociaré directamente con España”. Sin embargo, el comercio exterior de España se enmarca en las reglas de la Unión Europea, por lo que cualquier represalia arancelaria unilateral enfrenta serias limitaciones legales y diplomáticas.

El ángulo interno: escándalos y estrategia

El desacuerdo con Trump no puede leerse de forma aislada. En paralelo, Sánchez enfrenta una crisis de credibilidad derivada de un caso de corrupción que afecta a figuras clave de su partido, el PSOE. Entre los implicados se encuentran el exministro de Transportes, José Luis Ábalos, y el exnúmero tres del partido, Santos Cerdán, ambos cercanos al presidente.

Este escándalo ha generado tensiones dentro de la coalición de gobierno, especialmente con sus socios del bloque de izquierda, como Sumar e Izquierda Unida, que ya han advertido que no respaldarán un aumento del gasto en Defensa.

Analistas políticos coinciden en que Sánchez ha utilizado el escenario internacional como una forma de reposicionamiento estratégico. Su distanciamiento escenificado en la OTAN se interpreta como un intento de desviar la atención pública, mostrar firmeza ante actores externos y reforzar su liderazgo en un contexto de desgaste interno.

Escenificación y cálculo político

Sánchez, primer jefe de gobierno español que domina el inglés con fluidez, ha demostrado habilidades para el juego diplomático internacional. Sin embargo, en esta ocasión optó por evitar el contacto directo con Trump y proyectar un gesto de autonomía frente a las presiones de Estados Unidos.

El gesto, según varios analistas, busca reforzar ante su electorado la imagen de un líder que no cede ante imposiciones externas, al tiempo que evita enfrentamientos internos que podrían desestabilizar aún más su administración.

No obstante, la firma del acuerdo general por parte de España, pese a la reserva del 2,1%, revela una estrategia dual: mostrarse desafiante en lo simbólico, pero sin romper del todo con la línea acordada por el resto de los países miembro.

Lectura de fondo

El episodio vivido en La Haya no se limita a un desacuerdo técnico sobre porcentajes presupuestarios. Revela el uso político del escenario internacional para reforzar narrativas internas, gestionar crisis de legitimidad y proyectar autoridad frente a una audiencia nacional fragmentada.

Sánchez capitaliza el rechazo que Donald Trump genera en amplios sectores del electorado español, tanto de izquierda como de derecha, para reafirmar su liderazgo en un momento vulnerable. Al enfrentarse al presidente estadounidense, refuerza su perfil de dirigente autónomo, progresista y comprometido con el Estado de bienestar.

Pero más allá del choque con Trump, el desafío principal del presidente español radica en su propio entorno: una coalición inestable, escándalos que erosionan su credibilidad y una ciudadanía cada vez más exigente.

La cumbre de la OTAN funcionó, en este contexto, como un espacio de escenificación política. La distancia no fue solo física en la foto oficial, sino también simbólica: un acto medido que, más que fractura, revela el delicado equilibrio entre la lealtad estratégica, la soberanía presupuestaria y la necesidad de supervivencia política.