Imagen: DIF Nuevo León, Facebook
El Gobierno de Nuevo León puso en marcha la tercera etapa del programa “Capullos Renace”, que contempla la rehabilitación y ampliación de las instalaciones del DIF Capullos en Guadalupe. La intervención incluye cinco nuevos espacios clave: una escuela equipada, un edificio de terapias, comedor de dos pisos, áreas exteriores renovadas y la Procuraduría para la Protección de Niñas, Niños y Adolescentes.
La titular de la Oficina AMAR a Nuevo León, Mariana Rodríguez, encabezó el evento junto con el gobernador Samuel García y autoridades estatales y municipales. Según las cifras oficiales, 353 menores que habitan actualmente en el centro y cerca de 400 trabajadores han sido parte del proceso de renovación iniciado en julio de 2022.
Infraestructura y objetivos del proyecto
La nueva escuela contará con nueve salones con capacidad para 184 alumnos, área de cómputo, sala de maestros, servicios sanitarios renovados y aire acondicionado. El edificio de terapias incluirá tanque terapéutico, consultorio médico, salas de terapia física y psicológica, jardín, terraza y un área dedicada a adopciones.
También se construirá una nueva cocina con comedor de dos niveles para 213 personas, y se renovarán los exteriores con canchas deportivas, jardines, rampas y senderos. A un costado, se ubicará el edificio de la Procuraduría, destinado a atender temas relacionados con los derechos de la infancia en el estado.
Durante el evento, Rodríguez subrayó que “Capullos no debe ser un lugar de paso, sino de renacer”, mientras que la directora del DIF estatal, Gloria Bazán, destacó que ya no hay espacios indignos en el complejo, y que la meta es lograr una transformación completa y sin excepciones.
Lectura de fondo
Capullos Renace: infraestructura con narrativa de cuidado
La tercera etapa del proyecto Capullos Renace no solo responde a una necesidad de infraestructura, sino que refuerza un discurso institucional centrado en la dignificación de la niñez bajo tutela estatal. Más allá de la renovación física, el mensaje gira en torno a la construcción de un entorno simbólicamente seguro, funcional y permanente. Esta narrativa de transformación —visible en la insistencia en “dejar atrás lo viejo”— busca marcar distancia con modelos asistenciales anteriores. Sin embargo, la continuidad del proyecto requerirá más que obras: dependerá de mecanismos de supervisión, presupuesto constante y una cultura institucional que priorice el bienestar infantil en todos sus niveles.