7 junio, 2025
Lo Nuevo Opinion Ciudadana

Nuevo León se transforma: que el progreso no olvide a nadie

En los últimos años —y con mayor intensidad en 2025— Nuevo León ha comenzado a transformarse a una velocidad que impresiona. Desde desarrollos arquitectónicos de talla mundial como la Torre Rise, hasta proyectos de conectividad nacional como el Tren México-Nuevo Laredo, el estado se está redibujando como un nodo clave del crecimiento urbano y económico en el país. Es un momento emocionante: hay energía, inversión, creatividad. Se siente que algo importante está en marcha.

Este impulso merece reconocerse. La capacidad de atraer grandes proyectos, de apostar por la verticalidad en zonas estratégicas, de modernizar infraestructura y repensar la movilidad habla de una región que no se conforma con ser relevante: quiere ser referente.

Pero el optimismo responsable no puede darse el lujo de ser ingenuo. La pregunta no es si estamos creciendo, sino cómo, para quién y con qué consecuencias.

La expansión urbana todavía arrastra viejas heridas: desigualdad territorial, falta de vivienda accesible, desconexión entre las zonas de alta plusvalía y las periferias olvidadas. ¿Estamos construyendo una ciudad más justa o solo más alta? ¿Estamos pensando en el peatón y en el transporte público con la misma seriedad que en los megaproyectos?

La buena noticia es que aún estamos a tiempo de hacer las cosas bien. El desarrollo urbano no es solo responsabilidad del gobierno o del sector privado: también depende de una ciudadanía crítica, participativa, que exija visión de largo plazo, sostenibilidad y equidad.

Sí, Nuevo León está cambiando. Pero el verdadero progreso no se mide solo en concreto y cristal. Se mide en bienestar compartido, en barrios vivos, en espacios que respeten la historia y abracen el futuro.

Que el desarrollo no sea solo algo que vemos desde lejos. Que sea algo en lo que todos tengamos voz y lugar.