7 junio, 2025
Lo Nuevo México y el Mundo

Trump propone arancel del 100% al cine extranjero: incertidumbre legal y alarma en la industria global

Washington, D.C. / Londres / Ciudad de México — El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su intención de imponer un arancel del 100% a todas las películas realizadas fuera del país, una medida que, según su administración, busca “revitalizar Hollywood” y detener lo que denominó una “fase de decadencia muy rápida” en la industria nacional. El anuncio provocó reacciones inmediatas desde gobiernos, sindicatos, juristas y empresas del sector audiovisual en distintas regiones del mundo.

Aranceles y sanciones: la nueva receta para Hollywood

El plan —respaldado por el asesor presidencial Jon Voight— incluiría no solo un arancel del 100% a las películas extranjeras, sino un castigo adicional del 20% a aquellas producciones que, siendo de estudios estadounidenses, hayan optado por filmarse en el extranjero. Esto elevaría el impuesto hasta el 120% en ciertos casos.

Trump, quien ya ha impuesto aranceles a distintos sectores desde su regreso a la presidencia, acusó a países como Reino Unido y Canadá de atraer rodajes mediante incentivos fiscales que, según dijo, constituyen una amenaza a la seguridad nacional estadounidense.

Dudas jurídicas y tensiones comerciales

Juristas especializados advierten que el arancel enfrentaría serios obstáculos legales tanto en tribunales estadounidenses como en la Organización Mundial del Comercio (OMC). El cine, señalan, no siempre es considerado un “bien”, sino un servicio, especialmente cuando se distribuye digitalmente a través de plataformas como Netflix o Prime Video. Según los acuerdos del GATS (Comercio de Servicios), no es legal aplicar aranceles a transmisiones electrónicas.

Además, los expertos apuntan que la medida podría violar principios clave del comercio internacional, como el trato nacional y la cláusula de nación más favorecida. Si se implementa, otros países podrían imponer aranceles de represalia contra las películas estadounidenses.

Impacto global y advertencias desde la industria

La noticia generó alarma en industrias cinematográficas de países como Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Canadá. El Reino Unido, que recibió 1,850 millones de libras en inversión extranjera para cine solo en 2024, calificó la amenaza como un golpe potencial a su sector creativo, que sigue en proceso de recuperación tras la pandemia.

Desde Australia, el gobierno y la asociación de productores señalaron que defenderán la competitividad de su industria. En tanto, el primer ministro de Nueva Zelanda, Christopher Luxon, afirmó que esperan detalles concretos, pero reiteró su respaldo al sector cinematográfico nacional.

México: incertidumbre, pero sin afectación inmediata

En el caso de México, las autoridades de Durango —uno de los estados con mayor trayectoria cinematográfica— señalaron que no esperan un impacto directo en lo inmediato, ya que la mayoría de las producciones actuales son de origen nacional. La Secretaría de Turismo estatal informó que, aunque existe incertidumbre, continúan las negociaciones para mejorar incentivos y atraer producciones extranjeras, incluyendo de plataformas internacionales que no estarían sujetas a los aranceles anunciados.

 

Lectura de Fondo

El arancel propuesto por Trump trasciende el plano fiscal: es también una herramienta política y simbólica. En nombre del “regreso de Hollywood”, la administración busca reconfigurar el mapa global del cine, presionando a las producciones a volver al territorio estadounidense mediante sanciones y costos adicionales al trabajo foráneo.

Sin embargo, el propio funcionamiento actual de la industria desafía esa lógica. Las películas de estudios estadounidenses suelen ser coproducciones, se filman en múltiples países y cuentan con financiamiento internacional. La definición de qué es una película “estadounidense” se diluye en un ecosistema globalizado.

Por otro lado, la propuesta desnuda una contradicción: mientras se acusa a otros países de subsidiar su cine, EE.UU. adopta una política activa de sanción en lugar de aumentar su competitividad con incentivos propios. El riesgo, como advierten críticos, no solo es una guerra comercial cultural, sino una fragmentación de los circuitos globales de distribución.

El cine —como servicio, como bien cultural y como industria— se encuentra así en el centro de un debate entre proteccionismo político y libertad creativa internacional, con el telón de fondo de una economía que no siempre sigue el guion presidencial.